A continuación, os dejamos la crónica redactada por nuestra compañera Pepi del seguimiento al caso de Antonio, que muchos conoceréis:
ANTONIO
No fue un día, fueron unas poquitas horas nada más, pero suficientes para dejar huella, para hacer pensar y buscar más allá de lo que se ve, una respuesta.
Con un aspecto impecable y como si hubiera dormido en un colchón de lana en vez del "blando" suelo, fue puntual. Yo no. Llegué a las 7:35 y allí estaba hojeando su periódico. Compramos churros y tomamos café en el bar de la esquina. Él, un Colacao calentito acompañado de una mirada con preguntas, yo, un café y media sonrisa.
EL COI
Me cuestiono, quizás por falta de costumbre o curiosidad, lo siguiente: ¿Por qué estos lugares son tan sombríos?.
Unas siglas que suenan a deporte y sin embargo, encierran una vida que no llega ni siquiera a cada día, sólo a ratos y a base de golpes de lluvia.
En la puerta, una cola en semi círculo. No sé exactamente cuántas personas podría haber, puede que veinte o 30 quizás; a mí, por lo menos, me parecieron muchas y a Carmen también. Antonio no decía nada.
El ambiente no era propicio ni para fotos siquiera. Colores, olores y palabras que te advierten y callas. Tienes que guardar/pedir la vez para entregar el carnet de identidad. Se hace y se espera. Mientras tanto en la puerta un guaria de seguridad, está en la puerta, por si las moscas.
Sale un señor y va devolviendo los carnet a todo el que lo ha entregado... y a esperar hasta las 9, a que la trabajadora social, supuestamente, les reciba.
El grupo que espera se dispersa un poco y nosotros tres, hacemos tiempo allí mismo, charlando de otras cosas hasta que llega la hora. Se vuelve a abrir la puerta y van nombrando a quienes pueden entrar; así, hasta siete. Cuando le toca el turno a Antonio, obviamente quisimos pasar con él, pero no nos lo permitieron "porque si no, aquello se llenaría de gente" y apunta a que cuando le toque hablar con la trabajadora social, entonces; pero no fue así. Antonio sale a los pocos minutos y nos dice que le han dado cita para las 11 de la mañana.
Al final, solo han atendido a 7 personas y otras 4 que dejan para el día siguiente y, sin ninguna explicación, al resto, la callada por respuesta o que vuelvan otro día a preguntar; -en mi opinión,- eso quiere decir: AVÍATELAS COMO PUEDAS.
Ni que decir, solo imaginar, lo que dijeron algunos de los que se quedaron sin saber, cómo ni por qué, se quedaban atrás.
Teníamos cosas que hacer y Antonio, amablemente, nos sugirió que nos fuéramos tranquilas. Se quedaría haciendo tiempo hasta las 11 de la mañana y ya nos contaría.
ANTONIO
Termino de hacer mis recados y antes de llegar a casa, me paso a verle. Está en su sitio de siempre. Son las 14:10 h y se encuentra sentado, con la cabeza agachada. En su cajita de cartón hay unas cuantas monedas, algunas de un euro, otras, de un céntimo, pero todas juntas, quizás le den para comer.
Le llamo y me mira de una forma extraña. Le noto triste o quizás sólo esté cansado.
Me siento a charlar con él y me cuenta que le han atendido muy bien. Tiene que volver este viernes 23 a las 9:30 de la mañana. Un chico llamado Nacho le atenderá. "Parece ser que sólo le falta el certificado de empadronamiento y Nacho se encarga de pedirlo a La Algaba y recibirlo por fax" (según Antonio).
Es posible que todos estos trámites consigan que le concedan su paguita -como dice él- aunque tarde unos meses. ¡Ojalá sea así!
Como es natural, esto no se queda aquí y por supuesto que haremos el seguimiento oportuno. Estamos en ello.
#yosoylacarpa.
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